En Leiva, en el curso medio del Valle del Tirón, de cuyas aguas se nutren, a 600 metros de altura, la cuadrilla del Chato cultiva estos pimientos.
La lenta maduración inducida por el fuerte contraste térmico día/noche propio de la altitud de estas tierras; la recogida manual seleccionada; el asado a leña; y la limpieza y entirado a mano tradicionales (evitando empleos abusivos de agua propios de las conservas industriales) imprimen a estos pimientos su excepcional sabor.
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